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Inundaciones, cambio climático y urbanismo en la Mediterránea

Riuades de 1962 a Sabadell Autor desconegut / AHS
Riuades de 1962 a Sabadell Autor desconegut / AHS

En esta nueva entrega Jaume Terradas habla del riesgo creciente que tenemos en la Mediterránea a sufrir fenómenos catastróficos vinculados al agua, inundaciones, huracanes, subida del nivel del mar, etc. De las consecuencias que puede tener el crecimiento urbanístico desordenado y de las desigualdades sociales que ello ha conllevado y aún conlleva en todo el mundo.

Riuades de 1962 a Sabadell Autor desconegut / AHS
Riadas de 1962 en Sabadell Autor desconocido / AHS

En la Mediterránea, los episodios de aguaceros torrenciales no son raros, y tenemos muchos ejemplos. El mayor desastre hidrológico en España se produjo el 25 de septiembre de 1962 en el Vallés. Yo estaba a punto de empezar segundo de Ciencias Biológicas en la Universidad de Barcelona (que vivía tiempos agitados políticamente; en febrero de ese año Pascual Maragall, Raimon Obiols y otros habían fundado el antifranquista Moviment febrer del 62) y, con unos compañeros, fuimos al día siguiente, como voluntarios, en el lugar de la tragedia. Antes, tuvimos que pasar por la sede de la Falange Española y Jefatura del Movimiento (en el Palau Montaner, que se hizo construir uno de los dos dueños de la editorial Montaner y Simón en Mallorca-Llúria y que hoy es la sede de la Delegación del Gobierno del Estado), donde nos vacunaron del tétanos. Llegados al lugar, nos dieron palas y a sacar barro. Pasaron cerca de nosotros los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía (a la espera: Franco no murió hasta 13 años después), pero ellos no llevaban palas.

Hubo, dicen, entre 650 y 1200 muertos, nunca se sabrá la cifra con precisión, pero oficialmente se rescataron del mar 832 cadáveres

La devastación era inmensa. Cayeron 212 lm-2 en menos de tres horas y los barrios de las Arenas en Terrassa, del Escardívol en Rubí, de Torre-Romeu y Can Puiggener en Sabadell entre otros, y muchas fábricas y almacenes, quedaron asolados por las riadas. Había construcciones sobre el cauce de los ríos (os preguntáis cómo se permitió? Algunas eran de fabricantes bien conocidos y seguramente influyentes) que hicieron de barrera y, al hundirse, provocaron olas de enorme fuerza destructiva. Lo mismo pasó en cegarse y luego reventar puentes como el de la Renfe en la Rambla de Terrassa o el de la calle Cadmo en Rubí, donde la ola se llevó 80 casas del barrio del Escardívol (véase Presència 2.117 de septiembre de 2012, Aiguat de malson). Como en el caso del Katrina, las viviendas afectadas, en terrenos donde nunca se debería haber construido pero que tenían propietarios también influyentes (y a veces quizás los mismos que las fábricas), eran hechos para acoger la gran avalancha de inmigración de gente proveniente sobre todo de otras regiones del Estado que venía a trabajar a las fábricas y a la construcción (Marín, 2012).

Las relaciones entre riesgo climático y urbanismo en Barcelona son abundantes y complicadas.

Los temporales marítimos de Levante pueden provocar riadas pero también daños en el litoral. El estadio de Montjuïc, donde en 1955 se habían hecho los Juegos del Mediterráneo (recuerdo haber asistido, a mis 12 años, a una jornada de atletismo) acogió los 1.200 refugiados del barrio de barracas del Somorrostro cuando éste quedó muy destrozado por el mar durante los temporales de 1957 y 1958. El Somorrostro, afectado de nuevo en 1962, se hizo famoso gracias a Los Tarantos, el film de Rovira-Beleta (1963) con la gran Carmen Amaya y un joven Antonio Gades, pero fue del todo derribado en 1966, tal como dictaba el Plan de la Ribera del alcalde Porcioles, y lo fue a toda prisa, a raíz de unas maniobras navales que debía presenciar el dictador (las barracas hubieran deslucido la vista): los 3000 últimos residentes fueron enviados a barracones construidos para los refugiados de las riadas del Vallés y en viviendas subvencionadas de la Obra Sindical del Hogar (OSH). El ministro Arrese, un veterano falangista que había creado la División Azul para luchar con Hitler contra los rusos, fue el autor (era arquitecto) del Plan de Viviendas subvencionadas, que copió estructuras administrativas del fascismo italiano y del nazismo, plan que «fue responsable del crecimiento urbano irracional, monstruoso y desordenado que se apropió de las periferias y otras zonas de las ciudades de la España de los años 60-70″ con el lema Primero vivienda y después urbanismo, que ya lo dice todo, adjudicando lotes a grandes empresas ligadas a los sectores financieros con el resultado de una especulación brutal (la cita textual es de Alquézar, 2016). El OSH se saltaba los permisos del Colegio de arquitectos, comisiones de urbanismo, etc., infringiendo las normas más elementales de higiene, habitabilidad y seguridad (véase el interesante documento Dos años de lucha contra la OSH 1973- 75, elaborado por asociaciones de vecinos de los barrios de la OSH de Cataluña).

Barraques actuals a Torre Baró. Barcelona.
Barracas actuales en Torre Baró. Barcelona. Foto: Wikipedia

En cuanto al estadio, en 1964 todavía quedaban refugiados y se añadieron los 600 expulsados de sus casas por un nuevo temporal. Hasta 1967 no se dieron pisos a aquella gente y el estadio se vació por completo. Hay que recordar que el estadio, construido en 1929 con la intención de hacer los Juegos Olímpicos de 1936 que fueron finalmente al Berlín de Hitler, estaba rodeado de chabolas. Las primeras se habían construido ya cuando la Exposición Universal de 1888 cerca de las canteras que se explotaban para las obras, y aumentaron con la Exposición de 1929 y luego, otra vez, a partir de 1939, terminada la Guerra Civil. De vez en cuando, se derribaban algunas barracas y se daban a sus habitantes viviendas según la ley de 1911 de Casas Baratas de Alquiler, lo que generaba barrios como Can Tunis, o como el de la Casas Baratas de Eduardo Aunós en la Zona Franca, cuyo ambiente tan bien describió Francisco Candel en Dónde la ciudad pierde su nombre, publicada en 1957. Con Candel, autor también d’Els altres catalans, coincidí en 5 o 6 ediciones de un programa de radio de Josep Cuní, él hablando de temas sociales y yo de temas ambientales. Era un hombre menudo pero grande de espíritu, e hizo una labor enorme en pro del país.

En aquel año 1957, vivían en las barracas de Montjuïc unas 30 000 personas, familias enteras de hasta seis o siete personas en 25 m2, sin agua corriente, ni servicios ni, a menudo, luz eléctrica.

La Iglesia, que sobre el terreno ganó la partida a la Falange, les llevaba alguna ayuda vía Cáritas y curas individuales.. Hacían apostolado o se implicaban en el esfuerzo de auto-organización de aquella gente (estos fueron los primeros curas obreros). Las últimas barracas no desaparecieron hasta 1990, ya a la vista de los Juegos Olímpicos.

En las canteras de Montjuïc se vertían basuras, y esto siguió a pesar de los malos olores y explosiones de gas (con algún accidente mortal), y el humo de los incendios de la basura que entraba a las viviendas y el barro negro que bajaba con la lluvia en las barracas, hasta que, en 1971, unos fuertes aguaceros arrastraron una montaña de desechos al barrio de can Clos y se acabaron los vertidos. La evolución del barraquismo en Barcelona (había otros barrios de chabolas, en el campo de la Bota, en el Turó de la Rovira, etc., con una población total de 70 a 100.000 personas, véase Nel·lo, 2015) puede servir para ilustrarnos sobre los procesos de crecimiento urbano rápido, no regulado, precario y ambiental y socialmente peligroso que ahora mismo se dan en muchos lugares del mundo (del crecimiento de las ciudades ya hablé en un Apunte previo).

Edificios como el Palacio de las Naciones, el de las Misiones o el Pabellón de Bélgica, fueron también refugio de chabolistas durante años. Los chabolistas fueron, por tandas, enviados a otros barrios, como La Mina, San Cosme (El Prat), La Paz, Pomar (Badalona), Sant Boi, Nou Barris, Carmel, etc. Estos polígonos fruto de la especulación fueron calificados como barraquismo vertical, por los enormes déficits y baja calidad de las construcciones. Hoy aún son muy problemáticos.

Crecimiento urbanístico y vulnerabilidad al cambio climático

En este tipo de contextos urbanos, como demuestran los casos trágicos del Katrina y del Vallés, la vulnerabilidad de la población es muy elevada. Se ha demostrado una relación consistente entre la vulnerabilidad al cambio climático y el crecimiento de las poblaciones urbanas . Más del 80% de las ciudades están cerca de ríos o en la costa, o ambas cosas. Las inundaciones son el tipo de catástrofe natural más frecuente. Entre 1980 y 2009, 2.800 millones de personas se vieron afectadas por inundaciones. En 2014, 932 millones de habitantes de ciudades con poblaciones de 300 000 o más individuos estaban en zonas de alto riesgo de inundación.

Favela Jaqueline, a Vila Sônia (São Paulo, Brasil). Font: Wikipedia
Favela Jaqueline, en Vila Sônia (São Paulo, Brasil). Fuente: Wikipedia

De 1692 ciudades de este tamaño estudiadas, más del 70% tenían riesgos de mortalidad y de fuertes pérdidas económicas por esta causa (datos según Naciones Unidas, 2015). Unos 360 millones de personas viven en zonas litorales a menos de 10 m por encima del nivel del mar y son vulnerables a inundaciones y ondas de tormenta (Moser y Satterthwaite, 2010).

Por desgracia, la evolución actual del clima, debido al calentamiento, tiende a que los episodios de lluvias fuertes se intensifiquen y a que los temporales marítimos se agraven con el aumento del nivel del mar, y mucho más en aquellas zonas litorales donde existe subsidencia, fenómeno en algunos casos asociado a extracciones de agua subterránea, gas o petróleo, en otros al asentamiento de los sedimentos, movimientos tectónicos, procesos kársticos, etc. La subsidencia afecta a no pocas ciudades muy pobladas en el mundo, entre ellas Yakarta, Bangkok, ciudad Ho Chi Minh, Shanghai, Nueva Orleans, Los Ángeles, Manila, Bogotá, París, Londres, Venecia … Parte de Teherán se hunde a un ritmo de 25 cm año-1, en buena parte por exceso de extracción de agua por unos 30 000 pozos ilegales (Haghshenas-Haghighi y Motagh, en prensa), Yakarta unos 20 cm año-1 y el valle de San Joaquin en California hasta 60 cm año-1.

No es ninguna profecía decir que se intensifican los episodios de aguaceros muy fuertes, es un hecho constatado por estudios serios. Y lo empezamos a sufrir. En el pasado otoño, hemos visto una sucesión de inundaciones con víctimas mortales y grandes destrozos, especialmente en Mallorca (9 de octubre), Carcassonne (14-15 de octubre), sur de Cataluña y norte del País Valenciano (19 de octubre), Véneto, Liguria, Trentino, Alto Adigio, Sicilia (29-30 de octubre), Túnez (22 de septiembre), Jordania (25 de octubre, 9 de noviembre), etc. Por primera vez, han llegado a la Península Ibérica huracanes tropicales, desgastados pero todavía peligrosos, el Leslie y el Michael. Se ha visto que una perturbación de este tipo se puede reactivar encima del agua cálida del Mediterráneo, donde la temperatura de finales de verano-otoño seguirá subiendo como resultado del cambio climático, lo que reforzará los procesos cliclogénicos.

La llegada de huracanes es muy mala noticia.

Y justamente es peor porque el crecimiento urbano, en especial en zonas costeras, se ha hecho sin respetar las zonas con riesgo de avenidas o, en el mejor caso, suponiendo unos tiempos de recurrencia de los aguaceros fuertes que podían ser correctas hace una o dos décadas pero que hoy ya no son válidos debido al cambio climático.

Previsió de la NOAA sobre l'arriba de l'huracà Leslie a la península el 13 d'octubre de 2018
Previsión de la NOAA sobre  la llegada del huracán Leslie a la península el 13 de octubre de 2018

Un estudio reciente (Cramer et al 2018) en el que participan investigadores de nueve países, algunos del CREAF, de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Ciencias del Mar, da un conjunto de avisos a tener muy presentes para la Mediterráneo. El trabajo precede lo que será un informe del Grupo de Expertos del Mediterráneo sobre Cambio Climático (MedECC) que se remitirá al IPCC y avanza (entre otras cosas relacionadas con sequías, incremento de la temperatura, efectos sobre los cultivos y la demanda de agua, la salud, etc.) que se produce un incremento de lluvias convectivas muy intensas concentradas en un tiempo corto. El día del desastre de Sant Llorenç (9 de octubre) se recogieron 233 lm-2 en 24 h en la Colònia de San Pere, registro con una recurrencia teórica de mil años (que hay que revisar), en forma de tren convectivo que alcanzaba 90 lm-2 en una hora, en tres o cuatro chubascos sucesivos: el total cayó concentrado en sólo 4 horas. Las imágenes de Sant Llorenç nos deberían ayudar a entender la gravedad del riesgo y la vulnerabilidad ligada a la mala gestión del espacio y a la creciente impermeabilización del suelo por la construcción y el asfaltado. La crecida en Aude del 14-15 de octubre, casi 8 m, con 10 muertos en Carcasona, no tenía precedentes de 1891 a hoy. Durante la situación de gota fría (lo que se conoce como DANA, depresión aislada en niveles altos, o sea una bolsa de aire muy frío procedente del vórtice polar y descolgada de la circulación general) que se produjo tras el paso del Leslie, en 12 h, en Alpandeire y Ardales (Málaga) cayeron 345 y 309 mm respectivamente el 21 de octubre, en Vinaròs y Torreblanca (Castellón) 218,7 y 209,2 el 19 de octubre, ¡pero es que en Alpandeire y Vinaròs se rozaron los 120 en sólo 1 h! Las lluvias del Véneto han sido las más intensas en un siglo. En Barcelona, ​​la madrugada del 15 de noviembre cayeron 95 lm-2, de los cuales 52 en sólo media hora, y 142 en todo el día en Sant Gervasi. Castellbisbal recibió 151.6, record histórico de la localidad. Aquel día, el río Daró llegó a duplicar el caudal del Ebro en Tortosa, con 650 m3s-1 y el Llobregat llevaba casi 1000 m3, diez veces el caudal normal. En La Safor se recogieron más de 300 lm-2 en 12 h y en Barx, muy cerca, 565 en 36 h. En Cataluña hubo problemas en metros, trenes, aeropuerto del Prat y carreteras.

El ascenso del nivel del mar tiene dos causas básicas: la expansión térmica del agua debida al calentamiento y la fusión del hielo. Desde 1870, este ascenso ha sido de 20 cm. Esto agrava mucho el impacto de las inundaciones en lugares como Venecia, donde se suma a la subsidencia, que es mayor que esta subida del mar. La fuerza de los temporales y la subida del mar inundan las playas, aumentan la intrusión salina (y sus efectos negativos de salinización, corrosión de estructuras subterráneas, etc.), dificultan la salida de las aguas fluviales con más riesgo de inundación y amenazan, por ejemplo, con comerse el delta del Ebro (donde la erosión puede aumentar del orden de un 20% de ahora al 2040, PNACC, 2014).

Augment del nivell del mar entre 1880 I 2017. Segons CSIRO, Coastal tide gauge records.
Aumento del nivel del mar entre 1880 y 2017. Según CSIRO, Coastal tide gauge records.

Durante más de 130 años, cientos de dispositivos de medida de las mareas han hecho observaciones por todo el globo; hoy, las medidas desde satélite completan el registro histórico. Todo muestra que la tasa de subida es más rápida hoy que en los últimos 2000 años y que se ha doblado las dos últimas décadas. Una subida de algunas pulgadas en unas pocas décadas puede parecer pequeña. Pero la subida no es igual en todas partes; debido a las pautas naturales de vientos y corrientes, el agua se apila en algunos lugares. Y la turbulencia importa.

A mesura que l’oceà s’escalfa, el gel polar es fon i les masses de terra porosa experimenten subsidència. Això ha fet pujar el nivell del mar 20 cm des de 1870. Durant més de 130 anys, centenars de dispositius de mesura de les marees han fet observacions per tot el globus; avui, les mesures des de satèl·lit completen el registre històric. Tot mostra que la taxa de pujada és més ràpida avui que en els darrers 2000 anys i que s’ha doblat les dues darreres dècades. Una pujada d’algunes polzades en unes poques dècades pot semblar petita. Però la pujada no es igual arreu; degut a les pautes naturals de vents i corrents, l’aigua s’apila en alguns llocs. I la turbulència importa. Això augmenta el risc
A medida que el océano se calienta el hielo polar se funde y las masas de tierra porosa experimentan subsidéncia. Esto hace subir el nivel del mar. Gráfico: Eath NASA Observatory

Barcelona se prepara para ser más resiliente al cambio climático

El incremento de fenómenos extremos pone en evidencia la vulnerabilidad desigual, de las poblaciones y de las infraestructuras (como expliqué en el Apunte sobre el Katrina). Para el territorio metropolitano barcelonés, véase el estudio de Llasat et al. (2015).

No sólo necesitamos mitigar el calentamiento climático, también hay que tomar medidas de adaptación, y éstas tienen mucho que ver con el diseño urbano y de infraestructuras y la restauración de los sistemas de humedales y otros elementos que amortiguan el embate del mar.

En Barcelona hay un proyecto para hacer a la ciudad más resiliente al cambio climático. Incluye construcción de depósitos subterráneos de retención de aguas pluviales, telecontrol del alcantarillado, técnicas de drenaje urbano sostenible (TEDUS) en áreas altas de nueva edificación, creación de pavimentos permeables, zonas húmedas semi-naturales, sistema de alerta y regulación con presas hinchables del Besós, creación de un plan de estabilización de las playas, etc. (Ayuntamiento de Barcelona, ​​2014). Las lluvias muy intensas de octubre y noviembre de 2018 han provocado problemas localizados, aunque ciertamente menos de los que habría habido sin estas medidas: las estaciones de metro de Paralelo, San Antonio, Pueblo Seco, etc., y los barrios del Raval y Paralelo se han inundado repetidamente. Ciutat Vella, la Rambla de Prim, Sant Andreu, Badal y el sector central de la Diagonal (entre Francesc Macià y Balmes) son también zonas críticas. De las estaciones de metro, cada día se bombean 23 millones de litros de agua freática que aflora (y que se emplean en regar las calles), pero ante precipitaciones excepcionales el bombeo es del todo insuficiente.

Portada del Pla Clima
Portada del Plan del Clima

Según el Plan Clima 2018-2030 (Ayuntamiento de Barcelona, ​​2018), en el escenario pasivo (es decir, seguir como hasta ahora), en 2050 los episodios extremos de lluvia que ahora tienen recurrencias de 50 años pasarían a tenerlas de 35. El Plan Clima recibió el premio Covenent cities in the Spotlight, categoría grandes ciudades, del Pacto entre Alcaldes por el Clima y la Energía este octubre pasado, pero la verdad es que sobre las inundaciones no contiene demasiadas propuestas nuevas.

 Referéncias

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Marín, M. Les riuades de 1962: entre la catàstrofe natural i la irresponsabilitat política. Vilaweb 29/9/2012. https://www.vilaweb.cat/noticia/4043760/20120929/riuades-1962-catastrofe-natural-irresponsabilitat-politica.html

Moser, C. and Satterthwaite, D. 2010. “Toward Pro-Poor Adaptation to Climate Change in the Urban Centers of Low and Middle-Income Countries” in Mearns, R. and Norton A. (eds.) Social Dimensions of Climate Change: Equity and Vulnerability in a Warming World, Washington D.C: World Bank.

Alquézar, J. 2016. “Ni un hogar sin lumbre”, Política social de la vivienda en el franquismo.

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