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Las plantas recién llegadas actúan como un imán para los polinizadores

La llegada de plantas a nuevas regiones es cada vez más frecuente con el cambio climático, por ejemplo cuando algunas especies colonizan cotas más altas de las montañas huyendo del aumento de temperaturas. Un estudio advierte que estas plantas atraen a más insectos y esto puede alterar la polinización.

La abeja solitaria Halictus scabiosae visita una flor de estepa blanca en el Montseny, la planta introducida en los experimentos del CREAF. Crédito: Sara Reverté.
La abeja solitaria Halictus scabiosae visita una flor de estepa blanca en el Montseny, la planta introducida en los experimentos del CREAF. Crédito: Sara Reverté.

Plantas y árboles colonizan espacios cada vez más frescos y húmedos para huir del cambio climático. Un estudio reciente liderado por el CREAF demuestra que cuando una comunidad natural es colonizada por una planta «nueva», autóctona pero no típica del lugar, el funcionamiento del ecosistema se ve alterado. «Hablamos de cambios en las comunidades de polinizadores, en la forma en que estos interaccionan con la flora y en las consecuencias que esto tiene sobre la polinización» explica el ecólogo del CREAF y primer autor de la investigación, Carlos Hernández- Castellano.

El estudio, publicado en la revista Ecology, ha comprobado que cuando llega la jara blanca (Cistus albidus) en los matorrales del Montseny, dominados originalmente por jaguarzo morisco (Cistus salviifolius), atrae en masa a los polinizadores de la región. Por ejemplo, los abejorros, que son los polinizadores más grandes y móviles, pueden llegar a triplicarse. Hernández-Castellano recuerda que «estos cambios que nosotros hemos provocado experimentalmente en la composición de las comunidades de plantas son un fenómeno usual bajo el escenario de cambio climático, ya que muchas plantas están modificando sus rangos de distribución y llegando a cotas más altas».

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Los abejorros agotan de buena mañana el polen de las flores de la estepa blanca (en la foto) y después van a visitar las lavandas. Esto hace que el resto de insectos que visitan la estepa, probablemente, puedan recoger poco polen. Crédito: Carlos Hernández-Castellano.

Durante la investigación se han identificado 188 especies de polinizadores, entre las que las más abundantes son abejas y sírfidos, pero también se encuentran frecuentemente mariposas, moscas, hormigas o escarabajos. Además de los dos tipos de estepa, las plantas estudiadas porque son comunes son el cantueso (Lavandula stoechas) y el tomillo (Thymus vulgaris).

Sin competencia entre plantas vecinas

"Cuando la jara blanca coloniza el Montseny no compite con las otras plantas, porque se relaciona prácticamente con todas las especies de polinizadores de la comunidad y atrae nuevos."

Las comunidades ecológicas son dinámicas, van variando a lo largo del tiempo, y lo hacen principalmente por eventos de extinción o de colonización, como es el caso de este estudio en que llega una especie nueva. «Hemos observado que cuando la jara blanca coloniza el Montseny no compite con las otras plantas, porque se relaciona prácticamente con todas las especies de polinizadores de la comunidad y atrae nuevos que pueden ir a visitar las plantas vecinas» explica el ecólogo del CREAF. Sin embargo, añade, «se pueden dar cambios en los patrones de polinización que perjudiquen algunas especies, como por ejemplo el cantueso, que tiene menos éxito reproductivo».

El caso del cantueso es muy ilustrativo. Esta especie suele ser visitada por abejas de la miel, que son polinizadores algo pica-flores y visitan varias plantas. Y es un comportamiento que la beneficia, porque así sus flores pueden ser polinizadas con el polen de varias plantas. En cambio, cuando llega la jara blanca a la comunidad, atrae a más abejorros, que visitan los cantuesos con insistencia y «registran» muchas flores de la misma planta. El polen que llega a las flores, entonces, no es diverso y el éxito reproductivo disminuye, porque se producen menos semillas.

Unabejorro (Bombus terrestris) polinizando una planta de cantueso. Crédito: Sara Reverté.
Unabejorro (Bombus terrestris) polinizando una planta de cantueso. Crédito: Sara Reverté.

Los experimentos se han hecho en parcelas naturales de matorral de 500 m2 donde los investigadores han introducido de manera controlada la planta recién llegada y han ajustado en número de flores disponibles en cada parcela. En total, comprende un área de 32 km2 del Parque Natural de Montseny y entre 430 y algo más de 800 metros de altitud.

En la investigación también han participado miembros de la Universidad Autónoma de Barcelona, ​​del Museo de Ciencias Naturales de Granollers, la Universidad Autónoma de Madrid y la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC.

Imagen del experimento organizado en el Montseny. Crédito: Sara Reverté
Imagen del experimento organizado en el Montseny. Crédito: Sara Reverté

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