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Utilizar el método Cocoon de donuts biodegradables aumenta el éxito de reforestación de zonas degradadas

Se han plantado unos 30.000 árboles y arbustos entre 2016 y 2019 en la cuenca mediterránea y en Canarias, con resultados de supervivencia de entre el 20 y el 80% según la especie. El análisis económico evidencia que reforestar con el Cocoon puede ser hasta 4 veces más rentable que hacerlo de la forma habitual.

Plantada de un pequeño árbol con el sistema cocoon. Crédito: José Luis Ordóñez/CREAF.
Plantada de un pequeño árbol con el sistema Cocoon. Crédito: José Luis Ordóñez/CREAF.

El CREAF y un equipo internacional de expertos demuestran que utilizar el sistema Cocoon –una especie de donuts biodegradables para recuperar zonas degradadas– aumenta el éxito de las reforestaciones. Estos donuts de cartón se entierran en el suelo llenos de agua e hidratan y protegen el árbol durante el primer año de vida, el más sensible, y luego se descomponen en el suelo. El trabajo forma parte del proyecto europeo Life The Green Link, del que hoy los socios han presentado los resultados finales en el Institut d’Estudis Catalans. El sistema de donuts biodegradables está desarrollado por la empresa holandesa Land Life Company. Entre 2016 y 2019 se han plantado unos 30.000 árboles y arbustos utilizando esta tecnología innovadora en lugares diferentes de la cuenca mediterránea –como Cataluña, Valencia, Almería, Italia y Grecia– y en las Islas Canarias. Plantar con Cocoon ha sido más efectivo que hacerlo mediante el sistema habitual, sobre todo en zonas áridas y semiáridas. Las plantaciones se han hecho en zonas en fase de recuperación: áreas quemadas, terrenos marginales o abandonados, o de anteriores actividades mineras, entre otros.

Los resultados son esperanzadores y los expertos reconocen que el Cocoon puede contribuir a reforestar zonas degradadas en el contexto actual de emergencia climática. «Adaptarse al cambio climático significa esto: desarrollar y probar nuevas tecnologías que nos ayuden a restaurar espacios degradados, teniendo en cuenta que los episodios extremos cada vez serán más intensos y frecuentes», comenta Vicenç Carabassa, investigador del CREAF y coordinador del proyecto.

El estudio económico de esta tecnología es muy optimista y demuestra que reforestar con el Cocoon puede ser hasta 4 veces más rentable que hacerlo de la forma habitual, si tenemos en cuenta el coste en relación a los resultados obtenidos. Además, es una vía que amplía la ventana de plantación: permite adelantarla en septiembre o incluso en agosto, y también retrasarla al final de la primavera o principios del verano. El análisis económico lo han realizado Land Life Company y VOLTERRA.

En Cataluña ha sobrevivido un 60% y en Valencia un 85% más de árboles que los reforestados por la vía habitual. En Gran Canaria se ha llegado a una supervivencia de entre un 20 y un 80%, según la especie

El proyecto ha implicado actores locales de cada zona en todas las reforestaciones: empresas privadas, administraciones, ganaderos, agricultores, propietarios forestales y ONG. Se han llevado a cabo 7 experiencias piloto donde se ha contrastado la reforestación con Cocoon respecto de una recuperación común, y se han repartido 7.500 donuts biodegradables para replicar la acción en situaciones y realidades diferentes, para poder recoger más datos y impresiones.

Un donut todo terreno

Uno de los lugares más difíciles donde se ha plantado ha estado en la zona de Tifaracás, en la isla de Gran Canaria. Esta región es de las más secas, con menos de 200 mm de lluvia media, con valores incluso inferiores los últimos años. En esta reserva de la biosfera las reforestaciones ejecutadas antes de probar el sistema Cocoon habían tenido unos costes enormes. Las plantaciones se debían regar utilizando sistemas complejos porque, si no, las tasas de mortalidad llegaban al 100%. «Es un ambiente extremadamente árido con pendientes muy fuertes, suelos muy pedregosos y pobres y con un problema enorme de herbivorismo por parte de las cabras, que hacían de este lugar el más difícil de repoblar», explica Vicenç Carabassa. Con el Cocoon se ha llegado a una supervivencia de entre un 20 y un 80%, en función de la especie. La actuación se ha hecho con el apoyo del Cabildo de Gran Canaria y la empresa GESPLAN.

Crédito: José Luis Ordóñez/CREAF.
Crédito: José Luis Ordóñez/CREAF.

El Cocoon ha permitido reforestar zonas quemadas como El Bruc, en Cataluña, que sufrió un incendio en el año 2015. En este caso, se han plantado unos 4.000 árboles de especies forestales como la encina, la carrasca y el roble, pero también de agrícolas como son el olivo, el nogal, el cerezo y la higuera, entre otros. La intención es recuperar la zona quemada, pero no en forma de bosque de pino blanco, el que se había quemado, sino adoptando una forma de mosaico agroforestal, un paisaje mucho más resistente a los incendios y con mayor biodiversidad. Los resultados obtenidos gracias al Cocoon son muy favorables: el 60% de los árboles ha sobrevivido, el doble que con los métodos habituales. En este caso se ha probado también que el éxito está condicionado por la variedad que se planta. En esta actuación, la empresa VOLTERRA plantaron 2.000 árboles de 3 variedades de olivo: la arbequina, la vera y la cornicabra. Esta última es la que ha dado mejores resultados, ya que el 77% de los olivos de variedad cornicabra ha prosperado gracias al Cocoon.

 Resultados esperanzadores

En Valencia se ha reforestado un espacio quemado en 2012 cerca de Tous (Ribera Alta), que no se recuperaba de forma natural como bosque, sino que derivaba en un matorral. También se ha recuperado una zona abandonada en el municipio de Jijona (Alicante), donde se han plantado principalmente especies agrícolas y forestales, tales como el madroño, que ha funcionado sorprendentemente bien, con algunos ejemplares que han tenido un desarrollo espectacular. El éxito en ese caso también es contundente, ya que los árboles plantados con el Cocoon han sobrevivido un 85% más que los reforestados de forma habitual hasta ahora. Este caso se ha llevado a cabo en colaboración con el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE-CSIC), vinculado a la Universidad de Valencia.

En Almería la prueba piloto se ha orientado sobre todo a impulsar la propia actividad agrícola tradicional con el cultivo de almendra ecológica, uno de los principales productores mundiales. Para ello, se han plantado 2.000 almendros de diferentes variedades en un espacio abandonado, yermo y sin agua disponible. Esta actuación se ha promovido en colaboración con la Asociación AlVelal y la Universidad de Almería.

El proyecto también ha promovido plantaciones en Italia (en Calabria) y en Grecia (en Ptolemais), donde se ha reforestado una mina de carbón a cielo abierto en un trabajo conjunto con el centro de investigación griego The Centre for Research & Technology, Hellas (Certhia).

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