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El confinamiento promueve una nueva forma de gestionar el verde urbano a favor de los polinizadores

La primavera más lluviosa del siglo ha coincidido con la interrupción de las actividades de gestión de las zonas verdes urbanas, debido al confinamiento y la bajada de ritmo por pandemia. El cóctel ha despertado la vida en las ciudades.

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Vanesa de los cardos (Vanessa cardui) – crédito: CC0/PublicDomain

La primavera más lluviosa del siglo ha coincidido con la interrupción de las actividades de gestión de las zonas verdes urbanas, debido al confinamiento y la bajada de ritmo por pandemia. El cóctel ha despertado la vida en las ciudades. Durante dos meses, los núcleos urbanos han sido un laboratorio natural donde los fragmentos de naturaleza que ocupan arcenes y rotondas, los céspedes y parterres de parques y jardines e, incluso, los alcorques de los árboles han pasado de una gestión intensiva a una de mínimos. Como resultado, nos hemos encontrado una naturaleza exuberante con una floración excepcional que ha amplificado la presencia de insectos polinizadores (abejas, abejorros, mariposas y otros) en las ciudades.

«Gestionar de forma selectiva, o hacerlo de una forma menos intensa, es un cambio de paradigma que reduce la necesidad de agua, pesticidas y abonos en este espacios», comenta Joan Pino, director del CREAF y catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona. Según el experto del CREAF, segar en diferentes momentos, o hacerlo sólo en zonas concretas, ayudaría a mantener los prados floridos durante más tiempo. Y añade: «nos tenemos que acostumbrar a ver herbazales dentro de las ciudades que pasan del verde al amarillo, mientras las plantas florecen y fructifican, porque esto permite que proliferen muchos otros organismos«.

Varios proyectos de investigación del CREAF ya están demostrando que hay que revisar los procedimientos de gestión, pero sobre todo la concepción que tiene la ciudadanía de este verde cercano. Un césped bien cuidado y segado a ras de suelo no es siempre la mejor opción. El impacto de este cambio de paradigma puede ser sustancial si tenemos en cuenta que los espacios rodeados por las infraestructuras o áreas urbanas, o adyacentes a ellas, ocupan más de un 16% de la superficie del Área Metropolitana de Barcelona y que un tercio de estos espacios son zonas verdes.

Además, desde el CREAF se recuerda que este cambio de modelo es coherente con la situación de emergencia climática y de biodiversidad en la que nos encontramos y que la pandemia ha dejado en segundo término. Por un lado, porque reducimos el gasto energético que conlleva esta gestión y, por otra, porque se favorecen nuevos espacios para los insectos polinizadores en declive en todo el mundo. Hay que tener en cuenta que la mala gestión y la alteración de sus hábitats son algunas de las causas más importantes de su disminución.

Xylocopa sp. Crédito: Sara Reverté.
Xylocopa sp. Crédito: Sara Reverté.

Las mariposas, termómetros de biodiversidad urbana

El CREAF participa desde hace unos años en dos observatorios ciudadanos de seguimiento de mariposas en entornos urbanos. Estos insectos polinizadores son especies muy sensibles, que aportan una información muy valiosa sobre el estado de salud de un espacio verde.

Uno de estos observatorios es el mBMS, que se lleva a cabo gracias a la ayuda de una treintena de ciudadanos y ciudadanas voluntarias que informan de las mariposas que ven en 6 parques y 2 playas del Área Metropolitana de Barcelona. Es una iniciativa que se realiza en colaboración con el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB), y que impulsa el Área Metropolitana de Barcelona como parte de su Plan de Mejora de la Biodiversidad de los parques y las playas. El proyecto es un laboratorio de pruebas de varias estrategias de gestión del verde y actualmente comprueba si mantener prados floridos entre el césped cortado mejora la abundancia y diversidad de este grupo de insectos sensibles.

En la ciudad de Barcelona, el CREAF también coordina el uBMS en colaboración con el Museu de Ciències Naturals de Granollers y con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona. Es también un observatorio urbano de mariposas que funciona con ciudadanía voluntaria. Este observatorio sigue una veintena de parques y jardines de Barcelona en los que ya se han encontrado más de 50 especies diferentes de mariposas. Como parte del Plan del Verde y de la Biodiversidad de Barcelona se propone mejorar y conectar los jardines para fomentar la biodiversidad y la supervivencia de insectos como las mariposas. «Los datos que hemos conseguido nos sirven para mejorar los modelos predictivos y probar diferentes formas de gestionar los jardines metropolitanos. A medida que dispongamos de más datos, estos modelos serán más fiables y podremos garantizar si las medidas que activamos son efectivas o no «, comenta Yolanda Melero, coordinadora del uBMS.

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Issoria lathonia – crédito: CC0/PublicDomain

Autopistas que conectan naturaleza

El CREAF también trabaja en un proyecto que propone convertir arcenes de carreteras y autopistas, zonas verdes de polígonos industriales y zonas semi urbanas en espacios llenos de flores que sean útiles para la conservación de insectos polinizadores. Para ello, el proyecto promovido por el Departamento de Territorio y Sostenibilidad, plantea reducir la intensidad y la frecuencia de las siegas en estos espacios y cubrirlos de vegetación con ciertas especies de plantas melíferas. Como primer paso, el proyecto ha generado una guía con recursos para indicar qué especies de plantas son las más útiles en cada zona para atraer polinizadores y cómo crear sustratos de nidificación para favorecer la presencia de abejas silvestres.

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Voluntarios y voluntarias observando mariposas – crédito: CC0/PublicDomain

Orquídeas en la Universidad

En entornos cercanos a Barcelona, como el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona, se han reencontrado especies que se consideraban ausentes o desaparecidas. Es el caso de la orquídea Ophrys Apifera, que ha florecido en medio de la Facultad de Biociencias durante el mes de mayo. «Las orquídeas en general son indicadoras de una cierta estructura ecosistémica, porque para germinar necesitan asociarse con unos hongos llamados micorrizas que sólo se encuentran en suelos mínimamente estructurados», concluye Joan Pino.

Orquídea - Ophrys apifera
Orquídea – Ophrys apifera – crédito: CCo/PublicDomain

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