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“No podremos eliminar los incendios del sistema mediterráneo. Lo que podemos hacer es decidir cómo queremos que sean, y aprender a convivir con el fuego”, Andrea Duane

Sobre Andrea Duane: es investigadora en el Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC) y en el CREAF. Su tesis doctoral ha sido premiada en los “Premios Pioner” de 2018. Estos premios reconocen las tesis que tienen más impacto a nivel de transferencia a empresas y aplicabilidad, y esta es la primera vez que el galardón reconoce una investigación en el ámbito del medio natural (biología, geología, hidrología…). Su tesis tiene un valor muy importante, ya que ayuda a entender los diferentes tipos de incendio que se dan en Cataluña y cómo se propagan. Además, recoge toda esta información en un modelo matemático denominado MEDFIRE. El modelo nos ayuda a saber cómo el cambio climático afectará a los incendios, y también cómo diferentes estrategias de gestión, como, por ejemplo, las quemas prescritas, pueden tener un impacto sobre nuevos incendios.

¿Alguna vez habían dado un premio Pionero a un tema de ecología?

No, los premios de transferencia que daban hasta ahora eran casi todos, o del ámbito de los materiales y la tecnología, o de salud médica. Mi tesis no tiene un potencial de transferencia hacia una empresa privada, pero sí que tiene potencialidad para mejorar políticas públicas de la gestión de incendios que hasta ahora no estaban tan claras, como la utilidad de las quemas prescritas.

¿En qué consiste tu tesis?

Se compone de cinco capítulos. Los cuatro primeros se centran en entender los elementos que intervienen en los incendios que se dan en Cataluña. Por ejemplo, en qué medida el papel de los bomberos o las características del paisaje hacen que un incendio sea más o menos probable, más o menos grande o a qué velocidad y dirección se propagará… El último capítulo, el quinto, incluye toda esta información en un modelo matemático que predice cómo serán los incendios en Cataluña bajo diferentes escenarios.

Si he entendido bien, los primeros capítulos consisten en encontrar los “ingredientes” del paisaje que ayudan a explicar por qué hemos tenido los incendios que hemos tenido, ¿no?

Sí, exacto. En el primer capítulo quería entender cuáles son los elementos que influyen en que haya un tipo de incendio u otro, es decir, cuándo queman y cómo queman. Tuve en cuenta tres tipologías de incendios: los propiciados por el viento (viento), los que se ven influidos por la forma del terreno (topográficos) o los que se dan cuando hay gran cantidad de combustible (convectivos). Para entenderlo, miramos dónde se habían producido incendios en Cataluña, de qué tipo eran, y qué había alrededor, como he comentado antes, teníamos en cuenta las especies de vegetación, el tipo de terreno, la cantidad de bosque, la pendiente y la topografía. Por ejemplo, observamos que los incendios convectivos se dan cuando hay mucha vegetación, condiciones de sol y cuando el combustible está seco y disponible. Mientras que los topográficos se ven influidos por la interacción de viento local con la topografía.

En el primer capítulo quería entender cuáles son los elementos que influyen en que haya un tipo de incendio u otro, es decir, cuándo queman y cómo queman.

En cuanto al segundo, hicimos un pequeño modelo que permitía reproducir cómo se propagaban los diferentes tipos de incendios. Los incendios son fenómenos muy complejos, para estudiarlos tienes que hacer muchas simplificaciones y entonces no siempre consigues reproducir la realidad. Pero sí que vimos que si nosotros diferenciábamos los incendios en las tres tipologías de incendios que he comentado: viento, topografía y convección, podíamos mejorar la simulación.

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Muy interesante…Y aparte del tipo de paisaje, si incluimos otros datos como la meteorología, ¿podríamos decir que hay días en que los incendios son más probables?

Efectivamente, en el tercer capítulo estudiamos si hay una tipología de días que hacen que en Cataluña sea más o menos probable que haya un incendio, que sea más o menos grande o que se produzca en un lugar o en otro. También quisimos evaluar la influencia de los bomberos sobre los incendios a lo largo de los últimos 40 años.

En el tercer capítulo estudiamos si hay una tipología de días que hacen que en Cataluña sea más o menos probable que haya un incendio, que sea más o menos grande o que se produzca en un lugar o en otro.

¿Cómo lo comprobasteis?

Para comprobarlo, por un lado recogimos todos los días que se habían producido incendios en Cataluña durante los últimos 45 años (desde 1980 a 2015), y por otra parte, cogimos los datos de presión, viento y temperatura de toda Europa durante aquellos años. Con toda esta información agrupamos los días que más se asemejaban entre ellos en seis grupos. Tres grupos de días con viento: días tramontana (Cataluña del norte), días de mistral (afectan más a tierras del Ebro) y días de poniente (Cataluña central). Dos grupos de días de mucho calor: días de oleada sahariana (en el sur y el centro de Cataluña) y días de anticiclón (en el centro de Cataluña), y un grupo de días que bautizamos como “normales”…

No solo hicimos esta clasificación, sino que los dividimos en dos épocas: antes del año 2000 y después del año 2000. A partir del 2000, gracias a la creación del Grupo de Actuaciones Forestales de los bomberos, los GRAF, los bomberos empezaron a ser más eficientes y a tener realmente un efecto sobre los incendios.

Los bomberos son un factor clave para entender el régimen de incendios en Cataluña.

Y una vez recogida toda esta información, ¿qué descubristeis?

Que los bomberos son un factor clave para entender el régimen de incendios en Cataluña. También observamos que los bomberos son muy efectivos en apagar los incendios que se producen en días de mucho calor (anticiclones), pero no en los incendios que se dan en días de viento.

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Has hecho una radiografía perfecta de los incendios del pasado en Cataluña. Pero, ¿y los que están por venir? ¿Los incendios del pasado influyen de alguna manera en que haya una probabilidad más o menos alta de incendio?

Sí, esta pregunta es la que nos hicimos en el cuarto capítulo. Cuando tú tienes un incendio, puedes pensar que durante un tiempo no habrá vegetación en aquella zona y que, por lo tanto, allí no tendrás nuevos incendios. Esta reflexión tiene relación con la paradoja del fuego. Un concepto que surgió en los años 80 y que describe el fenómeno por el cual cuando apagas los incendios estás promoviendo que haya más.

Parece surrealista, ¿apagar incendios provoca incendios?

Sí, porque el incendio que se apaga deja vegetación disponible, de forma que cuando haya una condición muy adversa, de mucho calor y viento, por ejemplo, habrá muchas más probabilidades de que se dé un gran incendio forestal. En cambio, si dejáramos que los incendios quemaran (nunca poniendo en riesgo a la población), no habría tanta vegetación disponible, el paisaje quedaría fragmentad, y el incendio se pararía o quedaría dentro del control de los bomberos.

El incendio que se apaga deja vegetación disponible, de forma que cuando haya una condición muy adversa, de mucho calor y viento, por ejemplo, habrá muchas más probabilidades de que se dé un gran incendio forestal.

¿Cómo se trasladaría esta reflexión a la gestión del paisaje en Cataluña?

Esto tiene que ver con las quemas controladas, inhibir futuros incendios con incendios del pasado. Es decir, provocar pequeños incendios como vacunas de los grandes incendios forestales, obviamente, sin poner en riesgo a los ecosistemas ni a las personas.

Mirando todos los incendios que han sucedido en Cataluña vemos que los incendios del pasado son como una vacuna que protege de los incendios del futuros en un periodo de seis, siete años. A partir de aquí ya no inhiben futuros incendios porque la vegetación ya ha llegado a un punto en que vuelve a estar disponible para el fuego. El tiempo de “vacunación” puede variar un poco según el escenario del paisaje (viento, tipo de vegetación, cuánto tarda en regenerarse, etc.)

Mirando todos los incendios que han sucedido en Cataluña vemos que los incendios del pasado son como una vacuna que protege de los incendios del futuros en un periodo de seis, siete años.

¿Es la mejor medida?

Es una de las herramientas que nos puede ayudar a reducir el riesgo de incendio, pero no es la única. Las quemas prescritas tienen riesgos y se tendrían que complementar con otras medidas, como la gestión forestal, favorecer a animales herbívoros, retomar zonas agrícolas como viñas o fruteros… El problema es que hoy en día, a escala de paisaje de todo Cataluña, es difícil pensar que seremos capaces de recuperar actividades forestales tradicionales que ayuden a reducir los incendios, porque la gestión forestal no es económicamente rentable. Ante esto, lo que nosotros decimos es que a gran escala las quemas prescritas son una de las medidas que nos puede ayudar mejorar la resiliencia de un bosque y, por lo tanto, a reducir el riesgo de grandes incendios forestales.

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¿Cómo resumirías el impacto de tu trabajo, cuál es su valor a nivel práctico?

Parte del trabajo ha sido demostrar la evidencia científica de lo que los bomberos ya conocían en base a su experiencia. Esta tesis puede influir y apoyar estrategias de gestión de incendios que, hasta ahora, no estaban tan claras ni reguladas a través de una ley.

Esta tesis puede influir y apoyar estrategias de gestión de incendios que, hasta ahora, no estaban tan claras ni reguladas a través de una ley.

Pronto se publicará el último capítulo de tu tesis que incluye el modelo MEDFIRE. Me imagino esta herramienta como una especie de bola “mágica” a la que le preguntas la probabilidad de que suceda un incendio y cómo será… ¿Nos puedes dar una pincelada?

Claro. El nuevo MEDFIRE será un modelo de probabilidad de incendio al que le podrás preguntar “Cuál es la probabilidad de que haya incendio en una zona de Cataluña y cómo será (propagación, hectáreas quemadas…)? ” Este modelo ya existía, lo hizo el equipo de en Lluís Brotons, pero lo hemos mejorado porque hemos incluido toda la información que he ido explicando.

El modelo coge toda la información de los incendios que ocurrieron en el pasado (qué tipo de incendio, cómo era la vegetación, cuántas hectáreas se quemaron etc.), y simula cómo serán los incendios del futuro bajo diferentes escenarios: cambio climático, cambio en las políticas de extinción, cambio en la economía rural y forestal, etc.

Esto permite comprobar la efectividad de diferentes estrategias de gestión a gran escala, que sería muy difícil de averiguar de otra manera.

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