Los últimos resultados que publica la revista Nature Ecology & Evolution, donde han participado Daniel Sol, Simon Ducatez y Ferran Sayol, parecen decir que "si arriesgas, ganas". Las aves que prueban nuevos alimentos o que buscan nuevas maneras para encontrarlos son menos vulnerables a la extinción. El diario The New York Times lo recoge.
Un estudio en Nature Ecology and Evolution revela que la capacidad de inventar nuevos comportamientos representa para las aves una clara ventaja evolutiva para sobrellevar la destrucción de sus hábitats, aunque no siempre supone una garantía de supervivencia.
Un estudio internacional da nuevas pistas sobre cómo preservar la biodiversidad de aves en las ciudades. El estudio ha sido liderado por Ferran Sayol, investigador de la Universidad de Gothenburg (Suecia) y Daniel Sol, investigador del CSIC en el CREAF.
El estudio liderado por el CREAF y publicado en la revista Evolution ha cogido las aves como elemento de estudio y demuestra que el tamaño del cerebro es más importante a la hora de formar nuevas especies que otras características como la de ser una especie generalista o el hecho de vivir en una isla. Los loros son un claro ejemplo de este fenómeno, se caracterizan tanto por tener cerebros grandes y también tienen un ritmo de formación de nuevas especies muy elevado. Actualmente, hay más de 350 especies de loros vivas en todo el mundo.
La edición española de la prestigiosa publicación se hace eco del estudio llevado a cabo por investigadores del CREAF sobre el mayor tamaño del cerebro de los pájaros insulares respecto del de sus parientes continentales.
El biólogo del CREAF Ferran Sayol compara en su tesis doctoral el tamaño del cerebro de más de 1900 especies de aves. Las especies más inteligentes son las que tienen un cerebro más grande y las que evolucionan más rápido. El tamaño del cerebro varía según el ambiente en dónde viven las especies. Los animales que colonizan islas, por ejemplo, tienden a desarrollar cerebros más grandes.
Los briófitos son las plantas más simples. Se les conoce popularmente como musgos y se utilizan habitualmente como bioindicadores de la contaminación del aire. Por ello, un equipo de voluntarios y voluntarias han estudiado qué briófitos crecen a las fuentes de Catalunya.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, en el CREAF hemos elaborado un vídeo de entrevistas con mujeres y hombres que investigan en nuestro centro.
Un cerebro grande mejora la capacidad de ajustar el comportamiento a situaciones nuevas mediante el aprendizaje, lo que facilita obtener recursos en ambientes que cambian constantemente. Entender esta capacidad nos puede ayudar a predecir qué especies de pájaros y otros animales serán más vulnerables al cambio global.
Investigadores e investigadoras del CREAF han participado durante la jornada del jueves en tres de las ponencias de este encuentro. La reunión sirve para intercambiar experiencias, y a partir de los estudios presentados incrementar el conocimiento y sumar sinergias en favor de la conservación del patrimonio natural y cultural del Montseny.
Científicos del CREAF y del CSIC proponen que la innovación no es una adaptación en sí misma, sino que emerge cuando se combinan ciertas adaptaciones nacidas para afrontar cambios en el entorno, como tener un cerebro grande y ser curioso. El estudio ha analizado 1018 especies de aves. Primates, cetáceos, loros y cuervos innovamos porqué tenemos una vida larga y estamos adaptados a vivir en ambientes cambiantes.
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