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Barrios bajo las aguas: lecciones del Katrina

La mala gestión de los espacios naturales, sumada a los efectos del cambio climático, ya han provocado que fenómenos como huracanes, tifones y terremotos sean más destructivos de lo que habrían sido sin una intervención humana tan intensa. ¿Qué nos espera en el futuro?

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Vista de Nueva Orleans inundada después del Katrina, el 11 de septiembre de 2005. Autores: Mark Moran, Phil Eastman, Dave Demers. NOAA.  Créditos: Dominio Público

El huracán Katrina provocó un gran desastre en Nueva Orleans en 2005, cuando la marejada (lo que se conoce como onda de tormenta), provocó la rotura de los diques y la inundación del 80% de la ciudad, que se extiende a ambos lados del Misisipi. ¿Qué es una onda de tormenta? No es realmente una ola. Se trata de un fenómeno ligado a la baja presión en el centro del huracán que produce un levantamiento (lo que se conoce como domo) de hasta 1 m sobre el nivel medio del mar. Cuando el huracán o tormenta llega a la costa y encuentra menos profundidad de agua, este domo crece y se presenta como una marea muy fuerte. En el caso del Katrina, la onda de tormenta superó los 8 m de altura en la costa.

Pero antes de hablar del Katrina, para entender los aspectos sociales del desastre que son muy importantes, haremos un poco de historia. La ciudad la fundó en 1718 la Compagnie Française du Mississipi y lleva el nombre en homenaje al Regente de Francia Felipe II, que era duque de Orleans. El tratado de París de 1763 la cedió a España y fue colonia española hasta 1803, cuando que volvió a los franceses. Finalmente, Louisiana fue vendida por Napoleón a Estados Unidos. El año siguiente, llegaron miles de refugiados de la Revolución de Haití (1791-1804), la única revuelta de esclavos ganadora en el mundo. Los inmigrantes eran blancos, negros libres y esclavos, y hablaban créole. Mientras, en Haití, Jean-Jacques Dessalines se proclamó emperador y los blancos fueron totalmente exterminados. Siguieron un bloqueo económico, guerras, una república, la división de la isla entre Haití y la República Dominicana, etc. Los Estados Unidos no reconocieron Haití hasta 1867. Si os interesa la literatura sobre la revolución haitiana, leed El reino de este mundo, de Alejo Carpentier (1949, publicada en 2004 por Alianza Editorial), que merece una breve digresión. En ella, uno de los líderes de la revuelta, el jamaicano Boukman, dice:

Nuestros dioses nos piden venganza. Ellos conducirán nuestros brazos y nos darán la asistencia. ¡Rompan la imagen del Dios de los blancos, que tiene sed de nuestras lágrimas; escuchemos en nosotros mismos la llamada de la libertad!

Los franceses están en mucha inferioridad numérica. Algunos reaccionan como otro personaje, Blanchelande:

La anarquía se entronizaba en el mundo. La colonia iba a la ruina. Los negros habían violado a casi todas las señoritas distinguidas de la Llanura. Después de haber destrozado tantos encajes, de haberse refocilado entre tantas sábanas de hilo, de haber degollado a tantos mayorales, ya no habría modo de contenerlos. Monsieur Blanchelande estaba por el exterminio total y absoluto de los esclavos, así como de los negros y mulatos libres. Todo el que tuviera sangre africana en las venas, así fuese cuarterón, tercerón, mameluco, grifo o marabú, debía ser pasado por las armas.

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Bitawa na San Domingo o, el título en inglés, The Battle of Palm Tree Hill. Pintura de 1845 de January Suchodolski ilustrando la batalla durante la Revolución de Haití. Actualmente se puede ver  en el Museo del Ejército de Polonia. Créditos: Dominio Público

Los deseos de Blanchelande, de fuertes resonancias actuales, no se cumplieron, la cosa fue más bien al revés. Pero en lugar de libertad vinieron dictaduras crueles y, por desgracia, Haití no ha visto mucho más que miserias. ¿Pero los que se establecieron en Nueva Orleans tuvieron mejor suerte? Está claro que algunos sí, pero… Hacemos otro flash de historia. En 1815 hubo la batalla decisiva por Nueva Orleans entre ingleses y norteamericanos, que ganaron éstos. La ciudad se convirtió en el mayor mercado de esclavos de Estados Unidos, sobre todo después de la prohibición, y la ciudad más rica del país durante unas décadas. En 1862, durante la Guerra Civil, los yanquis ocuparon la ciudad y se acabó la enseñanza en francés, aunque hubo periódicos en esta lengua hasta 1955. Poco después del triunfo de los yanquis se liberaron los esclavos y se introdujo el derecho a voto para todos los hombres (las mujeres, no), lo que causó disturbios. El voto de los negros fue retirado en 1889 y se estableció la segregación en las escuelas y otros lugares públicos. No, no se puede decir que los descendientes de los refugiados de Haití tuvieran todos mucha suerte. Hubo linchamientos en masa de negros y también de algunos italianos. La demografía bajó porque había bastante gente que se iba, tendencia que tuvo su momento álgido durante la Segunda Guerra Mundial. La ciudad perdió mucho empuje. En la segunda mitad del siglo XX, el turismo se convirtió en el motor económico principal, pero los problemas de pobreza, criminalidad y fracaso escolar aumentaron en comparación con otros lugares del país.

A lo largo del siglo XX, se drenaron humedales para permitir el crecimiento urbano, pero la subsidencia, en parte natural y en parte inducida por la actividad humana, hacía que se inundaran los nuevos barrios. En las décadas de 1980 y 1990, ya se vio que la erosión rápida de las zonas de humedales generaba una situación de riesgo. En 1995 se incrementó el esfuerzo de bombeo, que se mostró insuficiente en varias ocasiones, pero el Katrina (agosto de 2005) destrozó el sistema de prevención con muros y esclusas, sobre todo dos que eran esenciales para la protección de los barrios más bajos, donde básicamente vivían negros pobres. Murieron 1.800 personas, muchas tuvieron que marcharse, y los daños materiales se calculan en 108.000 millones de dólares. Dos años después, la población de la ciudad era poco más de la mitad de la anterior al huracán, pero se ha ido recuperando. Sin embargo, el nivel medio de la ciudad está entre 30 y 60 cm bajo el nivel del mar (que va subiendo, como resultado del deshielo debido al calentamiento) y la subsidencia continúa, en parte por compactación natural pero también por el bombeo de agua freática y que los sedimentos han dejado de llegar.

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Un barrio pobre de Port-au-Prince muestra los daños ocasionados por el terremoto de Haití en enero de 2010. Créditos: UN Photo/Logan Abassi, United Nations Development Programme (CC BY 2.0)

Hay que admitir que el terremoto de Haití (12 de enero de 2010), de 7,2 en la escala de Richter, que causó más de 250.000 muertos, fue peor que el Katrina. Pero la vulnerabilidad de las poblaciones afectadas en ambos casos no son el mero resultado de desastres naturales. La vulnerabilidad ante los desastres naturales se puede reducir con medidas adaptativas. Terremotos más fuertes han provocado menos muertes en países con construcciones sólidas. Haití era uno de los países más pobres del mundo, ¡pero Nueva Orleans está en Estados Unidos! ¿Como ocurrió? Si no tenéis ganas de buscar las abundantes fuentes de información técnica sobre el huracán Katrina, en una interesante novela negra, El huracán, James Lee Burke (2009) da una muy buena descripción de la devastación (y sus causas). Burke dice que las islas de la costa de Louisiana que la protegían se erosionaron o fueron convertidas en pizarra y vendidas para hacer párkings, y que las petroquímicas habían dragado 15.000 km2 de canales en los bayou (zonas pantanosas), dejando penetrar la agua salada en las marismas de agua dulce. Los diques de contención paralelos al Misisipi impedían la acumulación de sedimentos en el oeste, cerca de la costa y las marismas desaparecían a un ritmo de 122 km2 cada año. Es decir que no todo fue el Katrina: hubo una gestión desastrosa del territorio y una pésima gestión durante la catástrofe que, por supuesto, afectó especialmente los barrios pobres. La novela describe la compleja realidad social de estos barrios, con un predominio de población negra, elevados índices de criminalidad, y la persistencia del racismo, así como las terribles escenas durante la inundación, con la gente que veía subir el agua y no tenía manera de huir, atrapados en las casas, y el pillaje.

Spike Lee rodó un impresionante documental de 4 horas, When the levees Broke, a réquiem in four acts (2006), que podéis buscar en la web, con entrevistas a personas que vivieron el desastre y que se quejan de la pésima organización del salvamento y de la falta de alimentos y agua potable (el título del filme hace referencia a un tema de blues de Kansas Joe Mckoy y Memphis Minnie sobre la gran inundación del Misisipi de 1927: a principios del siglo XX, la ciudad, y sobre todo los barrios criollos como el de Marigny, tuvieron un papel relevante en el desarrollo del jazz). Se pueden ver los campamentos de tiendas, la gente caminando con el agua a la cintura o pidiendo ayuda desde los tejados, rodeadas de agua, de las casas destrozadas, la indignación y el problema racial: los diques que se rompieron eran más débiles y, mira qué mala suerte, eran justo los que protegían los barrios pobres y negros. La crítica más grave fue para el alcalde, por haber retrasado excesivamente la orden de evacuación de emergencia, lo que costó cientos de vidas. La FEMA (Federal Emergency Management Agency) también es objeto de muchas críticas. Y, por supuesto, el presidente Bush. Entre los entrevistados están el cantante Harry Belafonte, el músico de jazz Winston Marsalis o el actor Sean Penn, políticos, activistas sociales, etc. Spike Lee dijo del film:

Nueva Orleans está luchando por su vida. Ésta no es gente que desaparecerá calladamente, están habituados a una vida dura y a los malos tratos, y lucharán por Nueva Orleans. Este film quiere mostrar la lucha por Nueva Orleans poniendo el foco en la pérdida profunda tanto como en el espíritu indomable de los Nueva Orleandeses.

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Comparación de la extensión de las islas Dernieres en 1853 y en 1978, situadas al sur de Nueva Orleans. Se puede veure claramente la erosión y la pérdida de tierra que han sufrido las islas, prueba de ello es el cambio de nombre ‘isla Darniere’, en singular, a ‘islas Darnieres’, en plural. La erosión ha expuesto las zonas húmedas de Louisiana a las corrientes marinas y las ondas de tormenta. Fuente: Wikipedia, US Geological Survey.

El Katrina me sirve de punto de partida, ya que el problema de las inundaciones parece destinado a agravarse en el futuro. Mejor dicho, ya se está agravando. Hay tres razones que hacen temer que ésta será una causa de catástrofes más frecuente: 1) el cambio climático, que da lugar a una mayor frecuencia de fenómenos extremos; 2) un urbanismo que demasiado a menudo ocupa, con viviendas e infraestructuras, zonas de riesgo; 3) la alteración del riesgo de inundación asociada a obras de ingeniería en los ríos. A nivel mundial, hay evidencias muy claras de que los fenómenos extremos se agravan. Un trabajo de Pendergrass y Knutti (2018) con estaciones meteorológicas de todo el mundo explica que el total de precipitación aumentará un poco hasta finales de siglo pero, mientras la mitad de la lluvia total caerá en 11 días, este aumento lo hará en sólo 6 días.

En el caso de los huracanes y tifones tropicales, se ha visto que tienden a ralentizarse (un 10% entre 1949 y 2016), con vientos más fuertes (30 km/h más por cada grado de incremento térmico) y a dar precipitaciones más intensas (con el agua de mar más caliente, se evapora más: las simulaciones dan un 24% más de precipitación en las hipotéticas condiciones de finales de siglo XXI (véase este enlace sobre la evolución de los huracanes en el futuro), y los estudios sobre el Katrina, Irma y el Maria indican que ya provocaron un 9% más de lluvia debido al cambio climático (Patricola y Wehner, 2018). En este mismo trabajo, los modelos han permitido ver qué pasaría con 15 ciclones tropicales recientes si se hubieran producido a finales del s. XXI, en tres escenarios diferentes, y en 11 de ellos se encontró una intensificación sustancial y significativa en la velocidad del viento y en las precipitaciones, más concentradas en el centro del ciclón. Todo esto podría exacerbar las ondas de tormenta, inundaciones y daños a los ecosistemas y poblaciones. El huracán Harvey, entre el 25 y el 30 de agosto de 2017, dejó 1.300 mm de lluvia en zonas densamente pobladas del área de Houston (Zhang et al 2018), un evento con una recurrencia de 2.000 años que bajará a 100 años a finales de siglo. El trabajo de Zhang et al. pone de manifiesto, mediante modelos, la contribución importante y significativa de la urbanización, tanto en la precipitación (ascenso anómalo del aire sobre la ciudad debido a la mayor rugosidad y velocidad de fricción y más altas temperaturas superficiales de las zonas urbanas) como la inundación.

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Mapas de una sección del sur de Louisiana que muestran la pérdida de humedales desde 1900 a 2010. Las imágenes por satélite representan la urbanización del territorio. El gráfico muestra en línea continua la biodiversidad; en línea discontinua con cuadraditos, la cobertura vegetal; y en línea discontinua con círculos, la acumulación de sedimentos; éstas tres claramente a la baja. La línea discontinua de segmentos indica el aumento de la subsidencia en la zona. Autor: Yuting Jiang, en Wikipedia. (CC BY-SA 3.0)

El super-tifón Mangkhut ha sido la tormenta más grande del 2018, de dos a cuatro veces más que el huracán Florence, casi simultáneo, con puntas (sostenidas 10 minutos) de vientos de casi 260 km/h, causando un desastre en septiembre en Filipinas y daños a Hong Kong y el sur de China. Una de estas tormentas puede llegar a tener 1.500 km de diámetro. El tamaño de la tormenta es muy importante, más que la intensidad de los vientos, en determinar la altura de la onda de tormenta, sobre todo en litorales casi planos (Irish, 2008), y el cambio climático hará que los huracanes puedan crecer más en extensión…

La vulnerabilidad está muy ligada a los procesos de urbanización que demasiado a menudo no respetan las zonas de riesgo sino que las ocupan, provocando efectos barrera que incrementan la fuerza del agua en concentrar sus flujos y sitúan personas y bienes en zonas de gran riesgo durante episodios violentos de lluvia.

Un estudio realizado precisamente en Misisipi, pero cuyos resultados son seguramente extrapolables a muchos otros grandes ríos del mundo, muestra (Munoz et al, 2018) que las modificaciones hechas para mitigar las inundaciones, generar energía y permitir la navegación comercial han alterado los niveles de sedimentos y la morfología del canal. El estudio ha visto que en el bajo Misisipi las tendencias de las inundaciones a lo largo de muchas décadas están moduladas por los fenómenos de El Niño y la Oscilación Atlántica, pero que la canalización artificial ha aumentado mucho las magnitudes de las inundaciones en el último siglo. Su frecuencia y magnitud, por episodios con una probabilidad de uno por siglo (1%), han aumentado un 20% en los últimos 500 años y la ingeniería es la causa del 75% de este incremento.

 

BIBLIOGRAFÍA CITADA

Burke, J. L. 2009. El huracán. RBA, Barcelona, 445 pp.

Carpentier, A.1969. El Reino de este Mundo. Seix Barral, Barcelona, 145 pp.

Irish, J.L. 2008. The influence of storm size on hurricane surge.

Munoz, S.E., L. Giosan, M.D. Therrell, J.W.F. Remo, Z. Shen, R.M. Sullivan, C. Wiman, M. O’Donnell, J; J.P. Donnelly. 2018. Climatic control of Mississipi river flood hazard amplified by river engineering. Nature, 556: 95-98.

Patricola, C.M., M.F. Wehner. 2108. Anthropogenic influences on major tropical cyclone events. Nature: 563, 339-346.

Pendergrass, A., R. Knutti. 2018. The uneven nature of daily precipitation and its change. Geophysical Research Letters, DOI: 10.1029/2018GL080298

Witze, A. 2018. Why extreme rains are gaining strength as the climate warms. Nature 563, 458-460 (2018)

Zhang, W., G. Villarini, G.A. Vecchi, J.A. Smith. 2018. Urbanization exacerbated the rainfall and flooding caused by hurricane Harvey in Houston. Nature, 563: 384-388.

 

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