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La actividad humana dedica más fósforo a producir pescado del que obtiene con la pesca

El balance entre el fósforo dedicado a producir pescado y marisco (necesario para su crecimiento y el de su esqueleto y caparazón) y el que obtenemos de la pesca está desequilibrado. Para revertirlo, la acuicultura debe aumentar la eficiencia media del uso de fósforo del 20% actual hasta el 48% en 2050.

Foto: Alex Antoniadis / Unsplash
Foto: Alex Antoniadis / Unsplash

Esta es la principal conclusión del estudio The shift of phosphorus transfers in global fisheries and aquaculture, publicado en la revista científica Nature Communications, y en el que han intervenido Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF, y Jordi Sardans, investigador del CREAF. El rápido aumento de la producción mundial de pescado ha alterado el consumo de este mineral, que tiene una presencia limitada en el planeta y es esencial para todas las formas de vida de la Tierra.

«Se trata de un cambio radical en la transferencia mundial del fósforo y es otro de los grandes impactos que provocamos los humanos», explica Peñuelas, que recuerda que el fósforo dedicado a producir pescado y marisco es necesario para su crecimiento y el desarrollo de los sus esqueletos y caparazones. «Hasta ahora la pesca nos aportaba fósforo, pero hemos llegado al momento en que el balance es negativo». Según el investigador, la acción que debería ponerse en marcha para revertir esta situación pasa por aumentar la eficiencia de uso de las piscifactorías. Por ello, explica que «una vía para volver al equilibrio en el flujo de fósforo requeriría que la eficiencia media del uso de este mineral por parte de la acuicultura aumentara desde el valor actual del 20% hasta menos el 48% en 2050, lo que supone un gran desafío».

El trabajo publicado en Nature Communications pone en evidencia que el año 2016 se destinaron 2,04 teragramos (1 billón de gramos) de fósforo en el sector de la acuicultura para aumentar la producción pesquera, mientras que se recuperaron 1,10 teragramos de los sistemas acuáticos en forma de alimentos (sumando los productos acuáticos procedentes de la pesca tradicional y de la acuicultura). También demuestra que el desequilibrio en el uso y obtención del mineral experimenta un punto crítico en 2004, en que se produce un descenso evidente.

Fósforo, el gran dilema

Si bien la escasez de fósforo puede llegar a suponer una amenaza para la producción mundial de alimentos, su aportación masiva y constante en la biosfera conlleva un desequilibrio. De acuerdo con la investigación, la aportación de fósforo en la biosfera se ha cuadruplicado desde la época preindustrial, debido al rápido aumento de la demanda humana de alimentos. Su distribución es muy desigual y son frecuentes los excedentes en tierras de cultivo, aguas interiores y zonas costeras. Hay que tener en cuenta que el exceso de fósforo en aguas interiores y en la costa ha sido ampliamente reconocido como el agente que degrada la calidad del agua, disminuye la biodiversidad, altera la dinámica de los ecosistemas y genera zonas muertas.

Hoy, la mitigación y la innovación tecnológica se concentran en reciclar y gestionar los flujos de fósforo del suelo, los cultivos y la ganadería, además de mejorar su recuperación de las aguas residuales.

La producción de alimentos es la mayor causa de la liberación a gran escala de fósforo antropogénico en los ecosistemas acuáticos y en la agricultura. En total, el 82,4% de los fertilizantes fosfatados se destinan al cultivo y a los pastos. El elevado uso de estiércol y fertilizantes de fósforo en la agricultura hace que la mitad de este mineral no sea absorbido por las plantas y, como consecuencia, aumente el riesgo de transferencia a los ecosistemas acuáticos. El fósforo aplicado a suelos cultivados mediante el estiércol del ganado supera el uso mundial de fertilizantes minerales de fósforo, mientras que un tercio de lo que llega al agua dulce proviene del sector ganadero. Asimismo, la eliminación de deshechos humanos y el uso de detergentes también liberan este mineral a las aguas interiores y costeras.

La pesca mundial es un subsector de producción alimentaria fundamental en las corrientes de nutrientes terrestres y acuáticos, ya que los devuelve a los sistemas terrestres-humanos, si bien no se tiene en cuenta en los flujos antropogénicos mundiales de fósforo. La acuicultura –el sector de producción de alimentos que más ha crecido la última década– depende del suministro externo de fósforo, mediante piensos o fertilizantes que hacen aumentar la productividad de los ecosistemas acuáticos. Más del 90% de la piscicultura tiene lugar en Asia, donde la eficiencia de uso de fósforo es generalmente baja.

La situación impacta en sectores diversos afectados por el flujo global de fósforo, a escala global y que se encuentran ante la necesidad de tener que dar una respuesta global y transversal.

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