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Llevar una vida urbanita, el secreto de las cotorras invasoras para expandirse y establecerse por la Península Ibérica

Cotorras argentinas en la ciudad de Barcelona. Imagen: Vicente Zambrano.
Cotorras argentinas en la ciudad de Barcelona. Imagen: Vicente Zambrano.

Para muchos de nosotros la cotorra argentinaMyiopsitta monachus, y la de KramerPsittacula krameri son un símbolo que representa el fenómeno de las especies invasoras, al menos si vives en una ciudad. Y es que ambas especies se han expandido por la Península Ibérica desde 1991 llegando a todos los rincones, pero siempre han llevado una vida eminentemente urbanita. De hecho, un artículo publicado recientemente en la revista Diversity and Distributions, liderado por la investigadora del CREAF Laura Cardador, demuestra que los hábitats humanos, nuestras ciudades y las conexiones o infraestructuras viarias, han sido un trampolín que ha permitido que ambas cotorras colonizaran la Península y que se hayan establecido de forma permanente. El estudio confirma que los factores naturales, como encontrar un clima parecido al de su lugar de origen, también han sido relevantes, pero guarecerse llevando una vida urbanita ha sido la clave que las ha llevado al éxito. 

Los hábitats humanos juegan un papel muy importante en la expansión y permanencia de las especies invasoras.

Este estudio refuerza una idea que lleva tiempo trabajando desde el ámbito científico: los hábitats humanos juegan un papel muy importante en la expansión y permanencia de las especies invasoras. Los hábitats humanos incluyen las ciudades, pero también los hábitats que el ser humano ha degradado, zonas periféricas e infraestructuras que conectan todas estas zonas antropizadas. ¿Cuáles son los motivos? Por un lado, las cotorras de Kramer y argentina se han expandido gracias a las liberaciones voluntarias o involuntarias de individuos de jaulas que vivían en las ciudades como mascotas. Sin embargo, ésta no sería la única explicación, ya que estas cotorras han colonizado nuevos lugares en la Península después de 2005, cuando la comercialización de estas especies ya estaba prohibida en Europa. En ese sentido, el equipo de investigación cree que la gran conectividad entre ambientes humanizados ha sido otro motivo importante. Las cotorras que viven en las ciudades pueden desplazarse cómodamente de un sitio a otro siguiendo las infraestructuras humanas que conectan las urbes u otros ambientes que los humanos hemos alterado. Con este movimiento han podido colonizar nuevos ambientes urbanizados en todo el territorio.  

Cotorra de Kramer. Imagen: J.J. Alonso.

Cotorra a la vista

Gran parte de los datos que se han utilizado provenían de plataformas de ciencia ciudadana.

Para realizar la investigación se ha desarrollado un modelo matemático dinámico que ha permitido hacer predicciones y entender qué ha ayudado a las dos especies a expandirse (el clima, el ambiente, o la conexión entre espacios colonizado y nuevos ambientes). Este modelo se ha nutrido con miles de datos reales de presencia de cotorras argentinas y de Kramer que todo el equipo ha recolectado de distintos proyectos. Gran parte de los datos que se han utilizado provenían de plataformas de ciencia ciudadana, donde la ciudadanía ha ido colgando información de cotorras vistas en diferentes lugares de la Península desde 1991 hasta 2016. “La ciencia ciudadana y las observaciones registradas a lo largo de casi un siglo en distintos medios, anuarios y noticiarios ornitológicos, atlas o webs pueden integrarse en modelos matemáticos que ayuden a comprender mejor cómo se producen las invasiones biológicas”, pone de relevancia Cardador. 

Este estudio nos sirve para entender que las cotorras se han expandido ligadas a los hábitats humanos.

Laura Cardador

«El modelo que hemos desarrollado puede ser una buena primera aproximación para ayudar a priorizar acciones de gestión porque puede identificar áreas sensibles a recibir nuevas colonizaciones, así como áreas en las que podríamos esperar más impactos, tanto por interferencias con las actividades humanas, como con especies sensibles”.

LAURA CARDADOR, investigadora del CREAF

El estudio ha sido llevado a cabo por un equipo de personas de diferentes instituciones como son la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), Sevilla, la Universidad de Montpellier, el Leibniz Institute for Zoo and Wildlife Research, de Berlin, el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), Zaragoza, la Universidad de Sevilla y la Universidad Pablo de Olavide, también de Sevilla.

Cotorra argentina en Barcelona. Imagen: Vicente Zambrano

Casi 50 años conviviendo 

Actualmente la cotorra argentina se distribuye por al menos 15 comunidades autónomas, 27 provincias y 142 municipios. La cotorra de Kramer se puede encontrar ya en 7 comunidades autónomas, 13 provincias, una ciudad autónoma y 34 municipios.

El primer registro que tenemos de cotorra argentina es de 1975 en la ciudad de Barcelona. Ya a principios de los años 80 también se detectó en Madrid y Puerto de la Cruz (en Tenerife). Actualmente, según el último censo de SEO/BirdLife en 2015, la especie ya se distribuye por al menos 15 comunidades autónomas, 27 provincias y 142 municipios, siendo sus principales núcleos reproductores Madrid y Barcelona. En cuanto a la cotorra de Kramer, según la base de datos del estudio, la primera cita en la Península es de 1970 en Zorita (Cáceres). A principios de los 80 también se habría observado en Laguna (Tenerife), Maspalomas (Gran Canaria), Jijón (Asturias), Málaga, Almería y en Santarem en Portugal. Según los censos de 2015 de SEO/BirdLife la población española se distribuye al menos a 7 comunidades autónomas y una ciudad autónoma (incluyendo 13 provincias, una ciudad autónoma y 34 municipios). 

Más información

Cardador, L., Tella, J. L., Louvrier, J., Anadón, J. D., Abellán, P., & Carrete, M. (2022). Climate matching and anthropogenic factors contribute to the colonization and extinction of local populations during avian invasions. Diversity and Distributions, 28(9), 1908-1921.

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